VOZ EN OFF

‘Julieta’: “Tu ausencia llena mi vida por completo y la destruye”

De Pedro Almodóvar supe gracias a mi paso por la universidad. Era usual que los compañeros de Comunicación Audiovisual comentaran su trabajo. Esta semana aproveché en ver Julieta (2016), una de sus últimas películas que cuenta la historia de una mujer que –tras ser abandonada por su hija- intenta explicar cómo conoció al padre de esta, y revelar los secretos que la atormentan tras la muerte del mismo.

Ella es una profesora que enseña literatura clásica en una escuela de Madrid, y sirve como pretexto de Almodóvar para construir el símil perfecto de lo que ocurre con Ulises en la Odisea: ella se entrega a la aventura en uno de sus viajes en tren y conoce a Xoan, un pescador del cual se termina enamorando, y con el cual entabla una relación sentimental de la cual nace Antía.

Bajo este marco, el de la metahistoria, ocurre lo inesperado: Xoan muere un día de tormenta tras ser revolcado por las aguas del mar (el ponto en la tragedia griega). Previamente, había discutido con Julieta sobre una relación tácita que había mantenido con Ava, una buena amiga de ambos, quien luego resolverá las interrogantes que van apareciendo en los personajes.

Esta situación sería conocida por Antía en su adultez, y significará el quiebre reflexivo para abandonar a su madre, de quien había cuidado desde que esta le comunicó sobre la muerte de Xoan en altamar. Esta separación se convierte en el nudo de la cinta, cuyo desenlace devendrá en la búsqueda permanente de Julieta a Antía, y que cobra un fuerte sentido cuando esta le escribe en una de sus cartas: “Tu ausencia llena mi vida por completo y la destruye”. Estaba devastada.

«Almodóvar ha tratado -satisfactoriamente- de poner a relieve el significado de la culpabilidad y la responsabilidad compartida entre los personajes».

Julieta es completa como cinta. Tiene planos bien armados que transmiten plenamente el mensaje planteado en el guion. Asimismo, los movimientos de cámara aportan dramatismo a las escenas y se acoplan bien al sonido. No está demás destacar el color y las formas de los objetos en la película: evocan referentes culturales vinculados al cubismo que dan mucho peso a la composición de los escenarios.

Creo que Almodóvar ha tratado -satisfactoriamente- de poner a relieve el significado de la culpabilidad y la responsabilidad compartida entre los personajes. Una conducta de la que el ser humano suele apartarse con normalidad por temor a reconocer el yerro, pero que se hace necesario aprehender para aproximarnos a las reales circunstancias que motivan determinadas acciones en la vida.

Interesante los protagónicos de Emma Suárez (Julieta de mayor), Daniel Grao (Xoan), así como volver a ver a Darío Grandinetti (Lorenzo en la película, pareja de Julieta tras la muerte de Xoan), a quien recuerdo de Relatos Salvajes (2014). Esta producción –muy premiada-, sin duda, no hace sino reforzar los buenos comentarios que ha venido coleccionado el español Pedro Almodóvar a lo largo de su carrera como cineasta y guionista, junto a su hermano Agustín y su productora El Deseo. Vale la pena verla.

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