Hace buen tiempo atrás, Bill Gates comentaba en una conferencia que el mundo ha hecho sus máximos esfuerzos por destruir la carrera armamentista de las naciones, y que ha descuidado las nuevas ofensivas hacia la Humanidad. Decía que los ataques nucleares con virus serían más letales que las bombas nucleares, y sí que parecen serlo. Hoy en día, varias naciones se enfrentan a un enemigo silencioso, invisible y que va cobrando la vida de cientos de personas: el coronavirus (COVID-19).
El cine pareció prever esta situación a través de la cinta Virus (2013) -disponible en Netflix-, la cual muestra explícitamente cómo un virus se propaga en una ciudad de Corea del Sur, con efectos inmediatos en la población. Este virus llega a través de un container, en donde se trasladaban hacinados a varios inmigrantes. El único sobreviviente, Monssai, sin pensarlo, desarrolló el antiviral.
«Hoy en día, varias naciones se enfrentan a un enemigo silencioso, invisible y que va cobrando la vida de cientos de personas: el coronavirus (COVID-19)».
Sin embargo, en su ignorancia, escapa de las autoridades que intentaron ayudarlo y así comienza la propagación: a través de la tos y estornudos, de lo que toca, por donde pasa, etc. En esta historia, un bombero –que se enamora de una especialista en epidemias, personaje clave de esta película- será el encargado de identificar y ayudar a contener este virus.
Las autoridades ordenan la cuarentena, desplazan a los infectados hacia una zona de la ciudad a fin de contener el contagio, sacan a las fuerzas del orden para evitar los alborotos, optan por asesinar a aquellos que tienen el virus. Un infierno real si se tiene en cuenta la presión social, mediática y política que convergen en una situación de este tipo.
Virus es, sin duda alguna, una cinta explícita que nos ayudará a comprender la propagación de los virus, y cómo es que la población tiene también una gran responsabilidad para enfrentar a los mismos.