VOZ EN OFF

‘La Monja’ ya no asusta

Una decepción total ir a ver la esperada cinta La Monja, dirigida por Corin Hardy, y con el guion de James Wan y Gary Dauberman. Ambos tienen en su haber historias bien contadas como El Conjuro 1 y 2 y Anabelle 1 y 2, respectivamente. Sin embargo, parece que la fusión de mentes en una sola historia ha hecho de esta última entrega una ocasión propicia para cuestionar la vigencia y viabilidad de esta saga.

Hablemos exclusivamente de la película, la cual está en evidente desventaja a comparación de sus antecesoras. La Monja, personaje que aparece como leitmotiv de El Conjuro 2, cometió un error desde que fue anunciada: puso su escena más terrorífica en su tráiler, y no dejó algo para que los espectadores puedan imaginar durante dicha escena.

La historia comienza con el suicidio de una monja de claustro, caso que ocurre en una abadía de Rumania. Su muerte es conocida en las altas esferas del Vaticano, país que conforma una comisión con un sacerdote que se dedica a investigar casos paranormales y una novicia que se prepara para realizar sus votos y que tiene visiones con figuras de la religión.

Ellos dos viajan hasta la abadía para tratar de descifrar el enigma detrás del suicidio. En medio de sus indagaciones, la novicia logra pasar al claustro, mientras que el sacerdote se queda investigando la historia del demonio Valak, cuya representación -según bibliografía especializada- está vinculada a la figura de una monja.

«La musicalización no causa el suspenso que se requiere en cada escena, y los eventos que ocurren son predecibles, un defecto que persigue a las malas películas de terror».

Es en el claustro en donde aparece La Monja, quien se encuentra detrás de una puerta con la inscripción “Aquí acaba Dios”. Este personaje es el que anteriormente mató a una sor, y el motivo por el cual otra de ellas se suicidó: esta intentaba evitar que el espíritu maligno se apodere de su cuerpo.

Pese a que la historia puede resultar atractiva, los hechos no causan sorpresa. La musicalización no causa el suspenso que se requiere en cada escena, y los eventos que ocurren son predecibles, un defecto que persigue a las malas películas de terror. Para quienes hemos seguido la saga, ya no es novedad ver crucifijos invirtiéndose. Tampoco nos genera miedo ver una sombra que flota en medio de un ambiente o el primer plano de un cuerpo envejecido en minutos.

Las visiones que tiene la novicia, y la posterior lucha entre el bien y el mal, y que acabará con la exterminación del espíritu de La Monja, en vez de hacerle creer al espectador que se tratan de hechos reales, muestra toques de ciencia ficción, inverosímiles, y que escapan de las anteriores historias que precedieron a esta película.

El denominado Expediente Warren tiene muchas historias por explotar. Quizás le convendría a cada guionista profundizar en nuevas investigaciones, y tratar de crear una historia lo más parecida a la realidad. Utilizar recursos que no resulten repetitivos para sus seguidores debe ser otro de sus imperativos. Han desperdiciado una gran oportunidad.

Quizás debemos esperar a Anabelle, porque La Monja ya no asusta.

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