Aún se mantiene en cartelera la cinta del Joker -cuyo protagónico recae en Joaquin Phoenix-, que ha recibido infinidad de críticas positivas de parte de su audiencia. No obstante, es bueno quitarse las vendas y ver el producto como tal, sacándolo de la sombra de Batman y el mundo de las historietas.
Se hace muy interesante ver la transformación de un personaje conforme ocurren diversos eventos. En el caso de Arthur Fleck (a.k.a. el Guasón), este es un hombre que siempre fue criado con la idea de hacer reír. No es payaso de casualidad. Él está convencido de su trabajo, al igual que su madre, una anciana que trabajó con el empresario Wayne.
Si algo en común tienen ambos personajes son sus trastornos mentales. Fleck tiene uno que lo hace reír de la nada, de forma incontrolable. En tanto, su madre, al parecer, fue sometida a maltratos psicológicos para cambiar su versión sobre una violación que sufrió de su exjefe, lo que hizo que en su momento la tilden de loca (aunque eso queda sin resolverse).
«Siempre nos lo presentan como el maltratado o el vulnerable; y con este apoyo popular empieza a crecer en él un narcisismo que luego se torna incontrolable».
En la cinta, Fleck no solo tiene que hacerle frente a este último tópico, sino que sus acciones –que podemos juzgar como malas- las vemos con compasión desde el inicio. Siempre nos lo presentan como el maltratado o el vulnerable; y con este apoyo popular empieza a crecer en él un narcisismo que luego se torna incontrolable.
Es propicia la participación de Robert de Niro como el presentador de la noche. Su papel muestra las dos facetas de cómo toma la sociedad este problema: por un lado, aquellos que se burlan de los que sufren y, por otro, aquellos que intentan cuestionarse cuando el tema los toca directamente. Lastimosamente, esta es y seguirá siendo una realidad que supera todo nivel de ficción.