¿Se imagina poder morir y resucitar para entender el porqué de su propia muerte? Algo así es lo que le ocurre a Nadia Vulvokov, la protagonista de Muñeca Rusa -serie de Netflix-, quien constantemente muere a fin de poder entenderse a sí misma y subsanar algunas acciones que marcaron su pasado y atormentan su presente.
Sus constantes muertes ocurren justo en el día de su cumpleaños, y se dan luego de salir del baño de la casa en donde su amiga Maxine le ha hecho una fiesta. Frente al espejo, ‘Nad’ vuelve en sí cada vez que fallece, y regresa sobre su pasado para intentar evitar su futuro.
En el camino conoce a Alan Zaveri, un joven que tiene el mismo problema temporal que Nadia, y que -sin imaginarlo- tiene muchas cosas que lo vinculan con ella como conocidos en común, el momento en el que estuvieron juntos por primera vez pero que se ignoraron, o la necesidad de recibir EMDR: un tratamiento psicológico creado para ayudar a las personas a superar las consecuencias de experiencias traumáticas -que se ven en la serie-.
«Muñeca rusa me hace recordar a Mulholland Drive de David Lynch. Con un guion muy psicológico, plantea a los espectadores una historia que avanza pero que a la vez retrocede en sí misma».
Muñeca rusa me hace recordar a Mulholland Drive de David Lynch. Con un guion muy psicológico, plantea a los espectadores una historia que avanza pero que a la vez retrocede en sí misma, un futuro que se convierte en la explicación del pasado pero que no es la solución del presente. Son estos bucles temporales los que nos llevan a abandonar el tiempo lineal de nuestra vida tridimensional para poder entender a Nadia y su vida (o sus muertes).
¿Cuántas veces tenemos que morir para enmendar nuestros errores y controlar nuestro futuro? Esta es quizás la pregunta que deja la serie, cuyos elementos deben ser consumidos en conjunto y que bien merecen ser analizados a través de la semiótica. Preste atención a los detalles, por ejemplo: que la puerta del baño tenga como manija una pistola (muerte) y que también tenga un agujero negro de adorno (espacio-tiempo).
De igual manera ocurre con los espejos: estos son la reflexión de la vida misma, pero reflejan un yo exterior que no tiene nada que ver con nuestro yo interior. Pese a lo complicado que pueda tornarse la serie, merece un gran reconocimiento la actriz Natasha Lyonne, quien con su papel no solo nos ha divertido, sino también nos ha enseñado a celebrar la muerte.