Por recomendación, esta semana vi Mary Shelley, cinta que cuenta las peripecias de la vida de la escritora británica Mary Wollstonecraft Shelley, autora del libro Frankenstein o el moderno Prometeo, quien en durante la primera mitad del siglo XIX lucha por romper los prejuicios que circundan el concepto de amor fuera del matrimonio y que ponen en tela de juicio las capacidades de las mujeres en un Londres teñido de patriarcalismo puro.
Ella se une con el poeta Percy Bysshe Shelley, un hombre que sostiene que “la gente debería vivir y amar como desee”, y cuya lógica sobre el amor y las relaciones sentimentales funciona con una premisa tan lógica como cierta: es de una tiranía insoportable atar a marido y mujer a la convivencia cuando ya no los une el afecto.
Sin embargo, su pensamiento -extremadamente liberal en determinados aspectos- hace que aquello que los unió en un principio se transforme en el causante de expresiones que encuentran lugar en la obra de Mary como el abandono, la reencarnación, la pérdida, la culpabilidad, el idealismo, y que hacen de Frankensteinuna obra subversiva para la época.
La vida de Mary Shelley es la expresión de cómo el amor proporciona coraje para determinadas acciones, y que estas -a su vez- hacen que el mismo valga la pena. Demuestra que soportar las consecuencias de una nueva vida, esa fase de toma de decisiones y aprovechamiento de oportunidades, se consolida en el querer con pasión, sin condición y sin rencor.
«La vida de Mary Shelley es la expresión de cómo el amor proporciona coraje para determinadas acciones, y que estas hacen que el mismo valga la pena».
La cinta muestra que destruir los paradigmas instalados por la sociedad no tiene costo personal cuando se trata de ser feliz, estar bien y recibir el reconocimiento que uno merece; y que la característica del amor es la libertad, porque nadie se puede condenar a algo que no quiere.
No hay peor sentimiento que aquel que no se dice, ni real cariño en el que no se conciba que a veces “debemos deprendernos de aquello que estimamos”. Esta biografía plantea una real introspección humana sobre el amor, los sentimientos, los temores y, sobre todo, nos impulsa a cuestionarnos qué tan dispuestos estamos a hacer aquello que uno dice querer, qué tan fácil puede ser despojarnos de nuestro sentido de propiedad para entregar parte de nuestra vida a alguien más.
Mary Shelley es rica en poesía, nutre su espíritu con filosofía política y literatura, reivindica el papel de la mujer, logra el reconocimiento de una reprochable sociedad patriarcal a través de su obra, distingue entre el deseo y el querer, no renuncia a las oportunidades que se le presentan, mucho menos concibe quedarse en el condicional.Su vida es inspiración y real vindicación de los derechos de la mujer, una bandera que levantó su madre Mary Wollstonecraft antes de morir, y que no es sino la expresión de la lucha de muchas mujeres por la conquista de sus derechos, el reconocimiento público -salir del anonimato-, y un claro ejemplo de que se puede amar con libertad sin ser esclavo del odio.