Ryan Murphy ha creado The Politician para reflejar las personalidades de muchas personas en el personaje Payton Hobart: un joven estudiante que en medio de sus diversas frustraciones encarna los conflictos de la sociedad americana. Con un discurso que a veces puede resultar contradictorio, pero que cobra sentido al entender la sátira detrás del mismo, esta comedia dramática nos demuestra que fingir puede resultar tan bueno como malo.
Hobart sueña con convertirse en presidente de los Estados Unidos. Criado en una familia con mucho dinero, se cuestiona sobre el amor y la relación entre padres biológicos – hijo adoptado; pero a la vez encarna el interés por intentar cumplir con los demás, calzar en la sociedad, sentirse amado, pertenecer y no ser excluido.
«Es bueno ver la procedencia de la serie y, a su vez, tratar de desprendernos de los prejuicios para poder entenderla mejor».
No obstante, su antagónico en un inicio es River, su amigo, su competidor, alguien que sí es famoso en la escuela, que tiene ideas más modernas y abiertas sobre la sociedad. Este personaje nos permite ver el lado menos frívolo -pero normalizado- de lo que se resalta mucho en la serie: las apariencias, el estatus social, el discurso plural, etc.
Existen otros personajes secundarios que ayudan a reforzar determinados estereotipos americanos, pero que bien pueden reflejar a cualquier persona. Es bueno ver la procedencia de la serie y, a su vez, tratar de desprendernos de los prejuicios para poder entenderla mejor.
Me gusta demasiado la dirección de arte y la fotografía de la serie. Me parece que cada toma está muy bien pensada, nos aportan contenido y nos transmiten las emociones por las que atraviesan los personajes, así como la musicalización que se da en paralelo. Buenas interpretaciones las de Ben Platt (Payton) y Lucy Boynton (a quien recuerdo de Asesinato en el Expreso de Oriente).