Quien no se ha masturbado alguna vez en su vida no ha descubierto del todo su sexualidad y, si bien autoconocerse no es indispensable para la existencia, a los seres humanos sí se nos hace necesario sentir para saber que estamos vivos y descubrirnos para aprender a amarnos a nosotros mismos.
A lo largo de la historia, diversas ciencias nos han aproximado a sus dogmas a través de alegorías, esta suerte de explicación a través de un ejemplo simple que permite abrir la mirada ante determinado postulado. Algo así ocurre en Sex education, serie de Netflix que aborda los mitos y verdades que giran en torno a temas que siguen siendo tabú en nuestra sociedad: el sexo y la sexualidad.
Otis Milburn, un adolescente cuya madre es una terapeuta sexual, se convierte -por cosas del destino- en una especie de guía sexual y consejero de relaciones sentimentales de los alumnos de la secundaria Moordale. Desde su papel de espectador, él construye nuevos discursos sobre estos temas a partir de una idea concreta: el amor por el yo.
Mientras hace frente a sus traumas personales y se va autodescubriendo -es tímido, es virgen, su amor no es correspondido-, Otis y sus ‘consultas clínicas’ abordan de manera responsable las interrogantes que solemos tener todos en algún momento de nuestras vidas. Temas como la masculinidad, la madurez y el aborto aparecen representados en situaciones cotidianas, frente a otros que pueden resultar paradójicos a estos como la homofobia, el egoísmo y la religión.
«Los problemas de índole sexual no necesariamente encuentran sus razones en las situaciones más placenteras de la vida, sino que son alimentados por los prejuicios y la falta de comunicación».
Una constante en el guion de la serie es que los problemas de índole sexual no necesariamente encuentran sus razones en las situaciones más placenteras de la vida, sino que son alimentados por los prejuicios y la falta de comunicación que puede existir en este mundo abordado con secretismo por nuestra sociedad.
En esa línea, es saludable que a través de los personajes de Maeve y Jackson se trate de demostrar que la imperfección es normal y buena, ya que eso implica también una forma de quererse a uno mismo y aceptar a los demás tal y como son. También aparece el tema del “no es no” y de cómo uno debe respetar las decisiones de las demás personas y darse el lugar que merece.
Con la mejor de las intenciones, Sex education es un conjunto de clases responsables sobre sexualidad que nos ayuda a entender cómo con pretextos tontos pretendemos esconder nuestras fobias a hechos que no queremos enfrentar y cómo, hoy en día, es necesario concentrar nuestros esfuerzos para derribar ciertos mitos -cargados de moralidad- que no hacen sino confundir y volver más tímidos a aquellos que necesitan luces respecto a estos temas.
Definitivamente, el sexo -entiéndase, coito- y todo lo que involucran las relaciones sexuales -en el sentido amplio del término- no responden a tiempos o edades, mucho menos a modas. Simplemente se da, y es mucho mejor cuando hemos perdido la timidez de apropiarnos de nuestros propios cuerpos y de nosotros mismos.