Tras las ganas de más que me dejó Bodyguard, una muy buena serie policial cuyo protagónico recae en Richard Madden, días atrás se estrenó en Netflix la película Escolta (Close) protagonizada por Noomi Rapace, quien encarna a una guardasdaespaldas encargada de proteger a Zoe Tanner, la heredera de una compañía minera cuya vida se encuentra bajo amenaza por el peso que ella ejerce en el accionariado.
Zoe –interpretada por la actriz canadiense Sophie Nélisse- cobra relevancia luego de que su padre, Eric Tanner, fallece y decide otorgarle parte de las acciones de su empresa a ella y a su madrastra, Rima Hassine. Ante tal responsabilidad, y una suerte de desconfianza de esta última hacia su hijastra, deciden contratar a Sam Carlson, su nueva seguridad personal.
Ella, muy profesional, decide investigar todas las fortalezas y debilidades de su patrocinada, y descubre que su personalidad estaba guiada por traumas en su niñez, las drogas y el alcohol. Sam, más allá de protegerla, poco a poco se convierte en una suerte de madre que se compadece –sus razones tiene y se conocen en el desarrollo de la película-, llegando incluso a encubrirla en el asesinato de un policía durante una de las situaciones que enfrentan ante un eventual secuestro entre Casablanca y Mellah, en Marruecos.
«El suspenso y la acción se van diluyendo progresivamente debido a la afluencia de acciones que resultan inverosímiles para la trama».
La cinta cumple su cometido durante su primera mitad, ya que el espectador puede apreciar diversas escenas de acción en donde Sam muestra lo mejor de sus conocimientos en defensa personal y los aplica para proteger a Zoe. En un fortín de extrema seguridad, Carlson se convierte en una especie de directora que sabe guiar perfectamente a la joven para que escape del enemigo.
Posteriormente, el suspenso y la acción se van diluyendo progresivamente debido a la afluencia de acciones que resultan inverosímiles para la trama, como por ejemplo dejar el arma homicida en la escena del crimen o comprar un taxi detenido en la mitad de la pista de manera imprevista.
Ocurre también que el guion se siente forzado al momento de dar a conocer los motivos por los cuales los personajes son de cierta manera. Los perfiles se van descubriendo casi al final –como puede esperarse en una cinta resolutiva-, lo que obliga al espectador a prestar demasiada atención a detalles que pueden pasar desapercibidos si es que pretende imaginar un desenlace más vinculado a la acción.
Escolta es una mezcla confusa de acción con drama que tiene un final irresoluto, y con personajes en donde el conflicto maternal se hace evidente en toda dimensión: en Zoe, cuya madre se suicidó cuando ella tenía 8 años, en Sam, quien no tiene contacto con su hija y que promete contactarla luego de abandonarla, y en Rima, quien no puede tener hijos. Si se anima a ver esta cinta, no es mala idea realizar algunos apuntes para entender el leitmotiv de la misma, y dejarse llevar por la acción y la intriga que desprende el último trabajo de la guionista y directora inglesa Vicky Jewson.