En 1853, el escritor y político venezolano Manuel Antonio Carreño realizó la entrega de varios fascículos de lo que sería una de sus más exitosas obras: el Manual de urbanidad y buenas costumbres. Este texto reunía los deberes morales del hombre y las buenas maneras de comportamiento que debería tener cualquier persona en la sociedad. Además, incluía pautas sobre formas de vestir y algunas recomendaciones sobre el aseo personal.
De ello, y con el paso de los años, la denominada etiqueta social ha sufrido cambios importantes, que responden a las necesidades y protocolos establecidos para cada circunstancia de la vida. Es así como, poco a poco, las formas de vestir en diversos ambientes se han ido especificando, a tal manera que existen pautas básicas para elegir una u otra prenda de acuerdo a la ocasión. En el caso de la vida profesional, los ambientes de trabajo permiten identificar –muchas veces- la labor a la que se dedican las personas.
Por ejemplo, hoy en día es común que muchas empresas tengan a su personal totalmente uniformado, con camisas y blusas que lleven el logo de la institución, con colores de vestidos que permitan reconocer la marca y que le den una personalidad a esta. Incluso, aquellas profesiones que no necesariamente se realizan en una oficina, también toman en cuenta la vestimenta para poder identificarse frente a su competencia.
Tal es el caso de las industrias, en donde muchos maquinistas y técnicos, pese a no estar con una vestimenta formal, usan un casco y una camisa con un logo que los diferencia de los demás. O, por ejemplo, el de las enfermeras, que suelen vestir de celeste o blanco dentro de su centro de trabajo y que son muy reconocibles a la vista de cualquiera.
Sin embargo, esta forma peculiar de vestir no se da por el gusto de quien usa la prenda, sino por ciertos códigos de vestimenta en el trabajo que determinan las empresas para sus empleados. Así, algunas de estas exigen a sus trabajadores lucir sastres, otras les entregan uniformes y, algunas –casi muy pocas- prescinden de estos.
Pero, antes de poder vestir un uniforme y pertenecer a una institución, es necesario conocer cómo vestir para un proceso de selección o para una entrevista de trabajo, situación determinante que no se puede echar a perder por la mala elección de una prenda.
Reportaje BTPUCP Scribd marzo 2014 vestimenta.pdf by Bolsa de Trabajo PUCP on Scribd